sábado, 20 de agosto de 2016

A kind of magic

Mucha gente sabe que me gusta todo lo relacionado con Disney, sin embargo hoy estoy pensando en una razón para mi gran gusto hacia todo lo relacionado con esta gran entidad del entretenimiento. ¿Por qué a mis 28 años me siguen gustando sus dibujos animados? ¿por qué a la fecha recuerdo las líneas de los clásicos como La Bella Durmiente, Dumbo, Alicia en el País de las Maravillas?
Las últimas semanas fueron semanas complicadas, pesadas y muy desafiantes intelectualmente, especialmente porque mi manejo del estrés es casi inexistente, estuve de malas casi todos los días, más serio de lo habitual en el trabajo e incluso algunas personas me externaron su preocupación porque detectaron una actitud poco propositiva de mi parte; me sentí exhausto y admito que también desesperado en algunos momentos (tenía ya rato de no sentirme así, definitivamente me ocurre cuando no tengo control de la situación).


Hace dos fines de semana dormí prácticamente todo el sábado y el domingo desperté "temprano" pero me sentía muy cansado, ya no agotado, solo cansado. Después de comer recordé que hace un par de semanas había comprado varias películas que no he visto, así que el dilema de la aburrida tarde fue ver, Hotel Transilvania 2 o Cenicienta (la reciente versión live action).


La afortunada cinta ganadora fue Cenicienta. Confieso que después de ver el fiasco de Maléfica, no tenía muchas esperanzas en las versiones live action de Disney, pero.... desde que salió esta película había escuchado buenos comentarios, por lo que esperé a verla, definitivamente tengo en mente varias versiones modernas de la historia en live action como las de Selena Gomez y Hillary Duff pero también tengo muy arraigada la historia de la primera versión de Disney, soy un fan a muerte de Lucifer, el gato loco que le hace la vida imposible a los ratones de la casa y del simpático Gus Gus, ese ratón que no es una ella, ¡es un él, es un él!

Mientras veía la película, mi humor comenzó a cambiar, sonreía sin sentido aparente y reía cuando algo gracioso, tierno o bobo ocurría (si, soy un simple) y mientras avanzaba la película y me daba cuenta de lo que ésta hacía con mi estado de ánimo comencé a pensar en que lo que me alegra o incluso me atrevo a decir me hace feliz, es la magia. Al decir magia no me refiero a magos o ilusionistas, sino lo a los elementos mágicos que acompañan y dan cierto sentido coherente a las historias fantásticas.


Creo que por eso me encanta el mundo mágico que han creado y que sigue en expansión, lo posible y maravilloso de lo imposible (los mundos posibles, dirían por ahí). Se que nada de eso es real, pero lo cierto es que las posibilidades de algo mejor, eso me hace sonreír. Suena extraño, pero la verdad es que todo lo que me hace olvidar mis malos pensamientos son los mundos fantásticos, extraños donde tarde o temprano, a pesar de la adversidad, algo bueno ocurre al final, seguro es porque no estoy acostumbrado a los finales felices en el mundo real.


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